Cuando Claudia me llamó para una asesoría online, su pedido fue claro: “Necesito ordenar mi placard”. Y nos llevo 10 hermosos y profundos encuentros ...
Clau me permitio que usara su nombre para compartir esta experiencia, la imagen es ilustrativa — y estoy agradecida que haya compartido su experiencia, porque cada proceso es tan personal como transformador.
Lo que empezó siendo una consulta sobre ropa y perchas, terminó abriendo mucho más que las puertas de un vestidor. Porque, como siempre digo, las cosas son solo cosas. El placard no era su enemigo ni su problema: el desafío era interno, y ese espacio no hacía más que reflejarlo.
Claudia me lo contó con sus palabras:
“Cuando abría el placard, sentía que él me miraba con cara de ‘¡no te atrevas a abrirme!’… y yo, claro, lo abría igual. Resultado: ropa apretada, perchas cruzadas , pilas de ropa desarmadas y esa sensación de caos que hasta me quitaba las ganas de vestirme.
Durante mucho tiempo, mi placard fue un campo de batalla. Yo quería sacar algo rápido, y era imposible con una pila de remeras desordenada. Yo intentaba colgar, y las perchas no entraban de lo apretado que estaba todo. Terminaba usando siempre la misma ropa de arriba de todo y, de paso, arrancaba el día de mal humor.
El problema no era solo el placard. Era cómo me hacía sentir: apurada, frustrada y hasta un poquito vencida. Sentía que todo me quedaba grande, incluso algo tan “simple” como ordenar mi ropa.
Hasta que un día dije basta. No quería seguir peleando cada mañana. Ahí fue cuando decidí pedir ayuda a Vivi , quien magicamente ( o no) me aparecio en instagram.
El proceso fue revelador. No hubo magia, hubo decisiones. Revisamos prenda por prenda, descubrimos cosas que ni recordaba que tenía (¡encontramos tres buzos idénticos!) y, lo más difícil, me animé a soltar lo que ya no era para mí.
Lo que más me sorprendió no fue ver todo ordenado después, sino sentir alivio. El mismo placard, la misma ropa… pero otra energía. Hoy, cuando lo abro, ya no me desafía: me acompaña.
Y también entendí algo importante: el placard es solo un placard. No era él el que me hacía enojar o frustrar, era yo conmigo misma. El desorden afuera era el reflejo del desorden adentro.
Por eso dejé de pelear conmigo el día que solté esa lucha interna. Y cuando el placard estuvo en orden, también me ordené yo.
Así que sí: cada mañana, ahora, me visto de calma.”
El orden en un espacio no se trata solo de objetos. Es una forma de vernos a nosotras mismas, de revisar lo que cargamos y de decidir qué seguimos sosteniendo y qué no.
Clau descubrió que ordenar no se trata solo de doblar ropa o elegir perchas. Se trata de dejar de pelear con una misma y empezar a elegir desde un lugar más consciente.
Ese es el verdadero orden: el que empieza adentro y se refleja afuera.
VP® Vivi Papa